Es un Sábado a las 10:00 Hrs., hay poco tráfico. La posición de la cámara hacia atrás es muy reveladora, tal vez la ausencia de autos, que los automovilistas van relajados o que después de todo, no todos los conductores son unos salvajes, nadie se me cerró, todos me cedieron el uso del carril, o me evitaron, todos me concedieron el espacio lateral suficiente y seguro cuando me rebasaron.
Es decir, el único cafre en el camino era yo. No es para tanto, cuando pasé entre los carros detenidos para ponerme adelante lo hice en cumplimiento de lo establecido en el Reglamento de Tránsito Metropolitano, cuando adelanté un alto, lo hice con precaución, dejando espacio para que ellos arrancaran con tranquilidad y no estorbar.
Después de todo, aunque ocurre en un fin de semana, la Ciudad de México no es un lugar fatídico para el ciclismo. Sólo hay que andar con cuidado y rogar no encontrarse con: neuróticos, gente que textea al volante, ebrios y cafres.
A mis compañeros de pavimento motorizados de ese día, gracias. Disfruté de la rodada en su compañía.