Cada ciclovía existente en la Ciudad de México es inadecuada y peligrosa. Ni que viviéramos en Amsterdam. Menos peligrosas que la sierra de Michoacán o Guerrero, pero igual reflejan la barbarie, falta de educación de los ciudadanos e ineptitud-omisión-indiferencia de las autoridades típicos de los mexicanos.
Personalmente prefiero rodar en mi bici entre el tránsito vehicular, lo hago desde adolescente y han pasado casi cuatro décadas. Circulo más rápido, cómodo y —aunque no lo crea el lector— seguro. Eventualmente me encuentro automovilistas que me ceden el paso, también abundan bestias al volante, las y los. Los más agresivos: taxistas. Los más peligrosos: ebrios al volante y los prepotentes. Los peores: quienes textean mientras conducen.
Los ciclistas han circulado por la Ciudad de México, y casi todas las demás del país, desde que las trajeron los invasores franceses en el siglo XIX. Lo que pasó es que los ciudadanos voltearon al automóvil, que en nuestra sociedad es símbolo de superioridad y aspiración de estatus, la bicicleta quedó relegada a la clase trabajadora. Así que por décadas fue vehículo de afiladores, panaderos, repartidores, voceadores de periódico, vendedores de tacos de canasta, tamales y así por el estilo. La discriminación acuñó el término «Pueblo bicicletero» para manifestar el desprecio por las comunidades distintas a la metrópoli, fuera de México todo es Cuatitlán.
En los años recientes, con la promoción de la bicicleta como opción de movilidad y salud por parte del anterior gobierno capitalino, la adopción de los modos hipsters, con un ejército de jóvenes de clase media dispuestos a adoptar la bici —a la que llaman cleta— dentro de sus vidas e inclusive convertirla en símbolo de estatus y medio de convivencia social, una capa importante de clase media está tornándose en ciclistas.
Estos ciclistas emergentes piden ciclovías, generalmente a través de organizaciones y grupos de presión, para circular por la ciudad con tranquilidad, es decir, demandan un espacio propio, a lo que están acostumbrados. —Si no será en mi coche —dirán—, iré por medio de una ciclopista. O bien, consideran que es la cura a sus miedos respecto al uso de la bici y compartir el espacio con los automovilistas, de los cuales, un importante segmento se oponen a las bicicletas y hasta odian a los ciclistas, manifestándolo en radio, en redes sociales o mediante los comentarios en las noticias que narran la muerte de un ciclista. A mí me parece demasiado pedir, las ciclovías no son la solución para una ciudad como la nuestra.
La Ciudad de México es mucho menos peligrosa para circular en bicicleta que la ciudad de Londres, en Youtube hay decenas de videos de ciclistas londinenses que padecen agresiones de automovilistas y taxistas, no falta quien sufrió una golpiza por parte de un conductor o el chico que fue apuñalado para despojarlo de su bicicleta. Londres tiene ciclovías, la autoridad es rigurosa con los ciclistas y los policías los cazan para multarlos. Aquí es el paraíso, casi.
Inconvenientes
La Ciudad de México se caracteriza por tener calles estrechas, no se planeó adecuadamente. Hasta la década de los 1980 se decretó la obligatoriedad de equipar a las construcciones con garaje. Durante años los constructores ofrecieron el mínimo exigible para espacios de estacionamiento y sólo en años recientes los nuevos corporativos y centros comerciales han dotado a sus edificios con más espacios para aparcar, pues lo ven como negocio rentable.
Con la construcción de los ejes viales al final de los 70 del s. XX se tuvieron que ensanchar calles y avenidas demoliendo toda clase de edificios, pero en los nuevos desarrollos urbanísticos no se consideraron vías suficientemente anchas y en muchas vialidades se olvidaron del peatón, del habitante a pie, el mismo que tarde o temprano bajará de su auto, mientras que no contraten esclavos que los carguen a riestras.
El hecho es que los autos requieren espacio para estacionarse y el conductor promedio de la ciudad no está dispuesto a dejar su auto a 200 metros de su destino para llegar a pie. De hecho, la Ciudad de México no es adecuada para el peatón.
Malas soluciones
Más allá del debate de si las ciclovías son indispensables, que abordaré más adelante en este texto, las soluciones que se han implementado en la Ciudad de México son monstruosas, y hasta estúpidas, por decir lo menos. Producto de la cabeza de diseñadores e ingenieros con un electroencefalograma plano, es decir, sin actividad en sus cerebros.
Malos ciudadanos
El problema tanto en el uso de las vías creadas exprofeso para los ciclistas como al circular en las vialidades compartidas con los automovilistas, en su mayor parte se complica por la falta de educación vial, civilidad y respeto por la persona humana, las reglas de convivencia y la obediencia de los reglamentos y normas.
Si el automovilista no respeta al peatón ni al ciclista (seres humanos como él o su familia), un gran número de ciclistas no muestran el mínimo respeto por los demás, circulan en sentido contrario y sobre las aceras, exponiendo a los peatones, no digo que exponiéndose a si mismos por que francamente pienso que deberían romperse la crisma como premio a sus fechorías. He leído noticias de muertes de personas mayores a causa de ciclistas y he presenciado accidentes donde el peatón ha sufrido lesiones serias.
Ciclovía en Moras, Colonia del Valle
Cuando se mete una ciclovía en una calle estrecha, de dos carriles y una fila de cada lado para coches estacionados, como es el caso de la calle de Moras en la Colonia del Valle, se pierde un carril para los automóviles. En lugar de desahogar la vía, se hace más complicada, la ciclovía es estrecha y peligrosa, además de que por su disposición se le deja el peor pavimento y es muy difícil de mantener.
Circulando por esta ciclovía, en un solo viaje enfrenté:
— 4 ciclistas en sentido contrario a la vía —explicable pues no hay una ciclopista que corresponda se norte a sur—, una de ellos zigzagueando a todo lo que daba con su manubrio ultra largo de bici cruiser,
— 1 niño jugando con sus juguetes desparramados en la ciclovía,
— 3 peatones parados sobre ésta,
— 3 automóviles estacionados en batería atravesándola,
— 1 carrito de venta de frutas ocupando todo el ancho,
— 1 montón de cascajo tirado de una obra obstaculizando la ciclovía,
— 3 Camiones de mudanzas con su personal sobre la vía en la glorieta de la Cruz Roja en la intersección con San Borja.
El riesgo mayor es que se circula del lado derecho de los autos estacionados entre éstos y la acera. Es el lado por el que descienden los pasajeros, que no tienen un espejo retrovisor dispuesto para ver el tráfico que viene detrás del coche, y por supuesto no es costumbre del pasajero hacer esta revisión, no hay espacio entre los autos y la acera para esquivar una puerta abierta o un pasajero que desciende. Todo lo contrario de las recomendaciones para ciclistas y artículos de Reglamento de Tránsito, se viaja muy cerca de las puertas y se rebasa vehículos estacionados por la derecha.
Un diseño fatal, con una pésima implementación y ciudadanos irresponsables. Esta ciclovía no lleva a ningún lado, no conecta otras ciclovías, aunque cruza la de Félix Cuevas que es otro callejón sin salida.
Ciclovía compartida en Félix Cuevas-Municipio Libre
La ciclovía de Avenida Félix Cuevas se concibió para compartirse con el trolebús dentro del carril confinado para éste. Si he visto conductas inadecuadas, ha sido en esta pseudo ciclovía. Primero hay que decir que un trolebús es un vehículo sumamente pesado y difícil de frenar, es mucho arriesgar al ciclista ponerlo en un espacio donde apenas caben ambos, a esto hay que añadir:
— Ciclistas circulando a toda hora en sentido contrario, a pesar de que hay una ciclovía a cada lado de la avenida, la que corre en el sentido de la circulación y la que va en contraflujo. Aún así siempre se verán ciclistas circulando en sentido contrario, sobre todo triciclos de carga.
— Automóviles en sentido contrario en el carril de contraflujo, incluyendo patrullas de la policía.
— Automovilistas que invaden constantemente el carril confinado en el sentido del flujo vehicular.
— Peatones parados o caminando sobre el carril de contraflujo.
— Filas de camiones de transporte colectivo detenidos sobre la ciclopista en la salida del paradero del metro Zapata.
— Automóviles que llegan a Liverpool que invaden el tramo entre Insurgentes y Oso.
Esta ciclovía no tiene pies ni cabeza, no conecta vías que lleven de Sur a Norte y viceversa pare conectar amplias zonas de la ciudad, y sobre todo, no da servicio a los habitantes de la Zona Oriente que vienen a trabajar en la Zona Sur.
Ciclovía en Paseo de la Reforma
Una ciclopista desastrosa en la lateral de la avenida. Se desplazó al transporte público hacia los carriles centrales para darle cabida. Es una trampa para quien la usa, sobre todo por los abundantes ciclistas respetuosos que la emplean en sentido contrario. Muchos automóviles se detienen a descargar pasaje, exponiendo a éste y al ciclista a un accidente. Una tontería total e innecesaria para la avenida principal de la ciudad.
Ciclovía en Avenida Chapultepec-Fray Servando
Ríos de tinta se han escrito sobre esta ciclovía y sus graves defectos de diseño, sobre todo en el cruce con Av. Cuauhtémoc. A esto hay que agregarle:
— Comercio informal ocupando la ciclovía.
— Mercancías almacenadas sobre ésta.
— Peatones.
— Pésimo pavimento.
— Colectivos que se detienen sobre la ciclovía o que —normal— descargan pasajeros sobre ésta.
— Mucha mugre, total falta de servicios de limpia o bien, la mugre que tiran los camiones recolectores de basura que es un asco.
Igualdad
De la misma forma que el gobierno «progresista» de la capital favorece la segregación de género y zonas de exclusión, creando divisiones en el transporte público y hasta vehículos especiales para mujeres, en lugar de promover la igualdad y el respeto —a mi me educaron para dejar pasar a las damas y cederles el asiento, aunque ahora se me tildaría de machismo—, ahora se establecen diferencias entre automovilistas, ciclistas y peatones. Cuando todos somos ciudadanos, personas. Cada vez que un cabrón se expresa contra los ciclistas o desea mal para ellos, está incurriendo en discriminación contra ciudadanos iguales a él, con los mismos derechos, sólo que no andan en automóvil, lo hacen en bicicleta, en beneficio por cierto, de los propios automovilistas, a quienes les quitan tráfico automotriz.
Libertad
Para mi, las ciclovías equivalen a un getto, una zona de exclusión, con el riesgo de que a los progresistas-retrógradas que gobiernan se les ocurra arrinconarnos en este getto e impedirnos circular libremente como lo hacemos en la actualidad.
Las ciclovías son espacios de segregación para favorecer a los automotores, equivalentes a los puentes peatonales, cito: «son infraestructura vehicular disfrazada de espacio peatonal«.
Las ciclovías me roban la libertad y no se trata de ir en sentido contrario o por las banquetas. El día que me obliguen a circular exclusivamente por las ciclovías, dejo la bicicleta para siempre, pues no seré más rápido que los vehículos automotores en mis recorridos como lo han demostrado los desafíos multimodales. Habré perdido la libertad.
Nuestra situación actual dista mucho de ser la de Oregon, pero es mucho mejor que la de Londres o la de Alemania, con su sobreregulación. En regiones de España hay animadversión y odio hacia los ciclistas, abundan los muertos y se han dado casos de gente que tiende alambres en los senderos para derribar a los ciclistas de montaña.
Me parece más adecuado dirigir la gestión y la presión para derivar los recursos públicos y el activismo hacia una campaña de 1.5m de separación del ciclista, que esto se instaure en el reglamento de tránsito. Que se divulgue entre los conductores que el Reglamento de Tránsito Metropolitano nos cede el carril completo, cosa que la mayoría ignora, nadie lee el reglamento.
Que los constructores por norma pongan las rejillas de los desagües transversales a la vía para que no sean peligrosos para el ciclista.
Colofón
En México hemos perdido el respeto a la vida y a los demás. Me pudre la idea de que un conductor incompetente, discriminador o ambas cosas deje a mi familia sin sustento. Defiendo mi derecho a la igualdad, a trasladarme como lo he hecho por años en mi bici o a pie sin ser agredido por idiotas armados con dos o más toneladas de fierros dirigidos contra mi. Sin ser considerado un ciudadano de segunda por automovilistas y autoridades. Los peatones son considerados de tercera, estorbos.
Las campañas dicen que los ciclistas somos benéficos, que nuestros traslados no dañan el ambiente pues no contaminamos, contribuimos a la disminución del tráfico y los embotellamientos pues cada uno representa un auto menos. Sin embargo también falta ser buenos ciudadanos, respetar al peatón y sus espacios, sujetarnos a las reglas y el sentido común. No hagas a los demás lo que no quieras para ti.
Ser ciclista no te convierte en un ser especial con privilegios como te han hecho creer, sólo eres un ciudadano igual a los demás, con derechos y obligaciones, con el mismo derecho a la vida y la preservación de tu integridad física como el peatón, con el mismo derecho que los autos a la libertad para desplazarte por la ciudad ocupando un carril y la obligación de no circular por las banquetas.
No a las ciclopistas.
Saber más
- Video indispensable
- Reglamento de Tránsito Metropolitano de la Ciudad de México
- Liga Peatonal
- Bicitekas.org
- Instituto de Políticas para el Transporte y Desarrollo
Mexico no se caracteriza por hacer bien las cosas, no todo sale mal en nuestro pais pero es notable como se mete la pata una y otra vez. La ciudad y su infraestrucctura de trasposte es del asco; muy dificil es transportarse sin tener algun tipo de percanse. Moverse en bicicleta me parece un lujo al alcance de muchos y aprovechado por algunos cuantos. Tan divertido que es, cuando no peligroso.
Entiendo a aquellos a quienes les da miedo pedalear en una avenida concurrida, los imbeciles abundan, en cuantro o dos reudas, a pie o en trasporte publico es muy provable toparse con alguien que no tiene conciencia sobre nadie que no se el mismo. Los problemas derivados del transporte, en mi opinion, son multifactoriales, cultura, infraestructura, demografia, etc, se conjuntan para hacer de esta ciudad un caos funcional. ¿Alguno de estos factores se puede modificar? quizas, pero dudo que con el individualismo a flor de piel que caracteriza a esta sociedad lo facilite. Otro bache en esta busqueda de igualdad es la autoridad; podria implemenmtarse un reglamento para los ciclistas pero me parece seria en detrimento de su libertad y de su bolsillo. Seguro es que de al regular el uso de bicicleta se crearia un nuevo mercado para la corrupcion (quien lo dude tan solo reflexione un poco sobre el tipo de policia y ciudadania que tenemos).
En fin despues de divagar mi conclusion es que las ciclovias son espacios que crean conciencia sobre como se comparte la ciudad entre peatones, conductores y ciclistas (entre un monton de variaciones) no me parecen ser un getto, tampoco me parecen buenas (ni en infraestructura, ni conexion), en si su planeacion es mala, el respeto es poco, su utilidad es dudosa, pero son el reflejo de un fenomeno que aumenta.
Gracias por tu punto de vista. Tienes razón, no son un getto, pero con un poquito de autoritarismo y una pizca de presión de sectores contrarios a la bici… Quien sabe.
El problema en mi parecer es que las cilcovias fueron en acuerdos comprometidas, instituidas y decretadas, de lo bueno es que hay gente que las bien o mal usa, y que ya forman parte del paisaje urbano,esto mismo ya se ha replicado en otros estados, igual de mal supongo. Lo importante es su permanencia para que en un futuro y con las siguientes generaciones se aplicado de la forma correcta.
Interesante, comparto tu opinión. Soy ciclista hace ya algún tiempo y tengo rato discutiendo sobre esas trampas mortales que son las ciclovías. Respeto por el otro es lo que hace falta sin duda. Todos cabemos en este mundo pero casi todos quieren reservarlo para si mismos, tremendo problema.